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CUENTOS

Aquí encontraron algunos cuentos que he escrito:


MI ENCUENTRO CON DIOS

Estaba sentado en el banco de una plaza, apoyando mi espalda sobre el respaldo, tratando de relajarme, cuando se me acerca un hombre de unos 70 años canoso ,de tez muy blanca y se sienta a mi lado.
Me observa detenidamente y luego me dice: Por qué no crees en mí?
- Perdón, quién es Ud?
- Claro, si no crees en mí, no puedes reconocerme, es lógico.
- Creo que se confundió con otra persona!
- No Juanjo, no me confundí, tu eres el que está muy confundido y eso te lleva a no creer en nada.
- Pero, como sabe mi nombre?
- No es lo único que sé, sé de tus dolores, de tus quejas, tus broncas, tus frustraciones que hacen que no puedas disfrutar de una vida en plenitud y todo eso te lleva a desconfiar de mi existencia.
- Ah, ya sé, es una jodita para Showmatch, no?
- Sigues negando lo que sucede a tu alrededor, no ves más allá de lo que quieres ver, que por cierto es muy poco.
- Bueno, ya basta, como joda ya fue suficiente.
- Pero que no te has dado cuento de quien soy?
- No me va a salir con el cuento de que es Dios, no?
- No es un cuento, te ha llegado la oportunidad de que me conozcas personalmente para que empieces a cambiar tu actitud frente a la vida.
- Si, si, como no, déjeme un teléfono o un mail y yo me comunico, eh
- Como puedes ser tan necio, te demostraré quién soy, te diré algo que solo tú sabes y lo llevas bien guardado en tu interior y te hace mucho daño: cuando eras niño una vez te asustaron con un señor disfrazado, que te dijeron que era el hombre de la bolsa, que se llevaba a los nenes que se portaban mal.
- Pe..pero como sabe eso?
- Sos duro, eh? No te estoy diciendo quien soy: Dios
- Ja, Dios, no existe, sino explíqueme por qué suceden tantas cosas horribles, tantas muertes inútiles, tantas guerras, enfermedades incurables, etc, etc, eh?
- Tienes razón que suceden cosas feas, pero no he venido a hablar de los problemas del mundo que ya tengo bastante trabajo con eso, sino de ti.
- De mí? Y que puede interesarle al Todopoderoso de un ser tan insignificante como yo.
- Ahí está el primer problema, tu te consideras un ser insignificante, y no lo eres, tan así es, que has provocado que yo venga a verte para ayudarte.
- Ayudarme a mi? A que?
- A encontrarme a mi
- A bueno, si es por eso, ya está, ya lo encontré, mucho gusto
- No se trata de eso, el encontrarme significa que divises el camino que yo te he trazado
- Ah, ok, me deja el mapita, me lo señala en rojo y listo, yo me ubico fácil
- No, No, no me entiendes. Hablo de un camino espiritual. Un camino que te posibilitará vivir en armonía.
- Todas las señales que te he mandado no fueron suficientes para que aprendas la lección?
- De qué lección y señales me habla? La única señal que recibo es la del cable y por ahora porque estoy colgado.
- Escucha tu cuerpo, a través de él recibes señales que te dicen que algunas cosas no marchan como deberían, que deben cambiar, mira hacia tu interior, siente tu fuerza, tu energía y utilízala para ese cambio, aún estás a tiempo.
- Pero si yo no registro nada en mi cuerpo más que dolor, que sigo buscando que alguien me lo saque.
- Tú solo lo podrás hacer, a partir del momento que sientas tu cuerpo como parte de ti, como un instrumento para transmitir tu energía, y no como una carga. Yo te daré una carga extra de energía colocando mi mano sobre tu pecho si me lo permites, pero el resto lo tendrás que hacer tú.
- Si…si .. adelante…..
El sr. Canoso posa su mano en mi pecho y siento un calor que entra a recorrer todo mi cuerpo, el se levanta y se va caminando lentamente.
Nunco supe verdaderamente quien había sido esa persona que se sentó aquél día al lado mío en el banco de la plaza, pero indudablemente cambió mi vida.
A partir de ese día, comencé a mirar las cosas con más optimismo, con mas fuerzas, como si otra fuerza interior me movilizara, de a poco se fueron calmando los dolores corporales y comenzaron a surgir nuevas relaciones que transformaron para siempre mi forma de vivir.

Juan José Váttimo


VERDE NAHIR



Ese fin de semana no iba a ser uno más para Tim, aunque él no tenía en ese momento la menor idea de lo que el destino le tenía preparado.


Pero, qué era el destino para Tim?


Una vida transitada con muchos idas y vueltas, pero siempre organizada, casi siempre previsible.


¿Eso era lo que le marcaba el destino? o su propio transitar lo llevaba por caminos tan grises como el del momento en que decidió tomarse unos días para recorrer un bosque que le había recomendado uno amigo.


El no era amante de visitar lugares que podía considerar poco seguro. Y este bosque para Tim lo era. Desconocido. Frio. Distante.


Sin embargo, alguna fuerza íntima, que por supuesto escapaba del control general permanente que gobernaba a Tim, lo impulsó para tomar la decisión de emprender ese viaje hacia algo desconocido.


Cargó su mochila con las cosas que consideró de utilidad para pasar un par de días fuera de su refugio. El viaje en auto no demoró más de una hora.


Al comenzar la caminata se encontró con un cartel que le daba la bienvenida: “Has encontrado el lugar que cambiará tu vida para siempre”


“Je, a mí con ese cuento!”


Claro, nada que no tuviera programado podría alterar su forma de vivir. Hasta ese momento...


Tim comenzó a caminar por un sendero muy estrecho, rodeado de jazmines del país que impregnaban el camino de un aroma muy particular que le hacía recordar a sus caminatas domingueras de la mano de su abuelo. Ese recuerdo llenó la imaginación de Tim, quien no se dio cuenta de la distancia que ya había recorrido: más de 40 km.!


Pero lo que más le llamó la atención fue la falta de cansancio y de dolores que podría haber ocasionado las dos horas de caminata sobre un piso desparejo y húmedo.


En este momento realizó una pausa y pensó sobre la conveniencia de seguir con el recorrido o regresar a su casa a descansar y mirar una película cómodamente instalado.


Al levantar la vista, observó que el resto del recorrido el camino se ensanchaba y los jazmines del país daban lugar a unas fresias muy coloridas, que adornaban con singular belleza el paisaje que se completaba con unos enormes eucaliptos, que apenas permitían filtrar algunos rayos del sol primaveral.


Los recuerdos volvieron a impulsarlo a seguir, esta vez las fresias y lo eucaliptos le trajeron a la mente las tardes con su madre en el Parque Pereira Iraola y aquellos juegos que compartían hasta que el sol se perdía entre esos “monstruos gigantes”, que comenzaron a ser amigables cuando supo que de allí salían las hojas que le ayudaban a curarse de esos molestos resfríos.


Otra vez había caminado más de 40 km. y otras dos horas sin cansancio ni dolores.


“Este bosque es mágico”, pensó.


La única magia estaba en su mente, pero Tim no lo notaba, era demasiado racional para entender cuestiones “mágicas”. Convengamos que la “razón” y la “magia” no se llevan muy bien, van por caminos muy distintos. Como los que tenía Tim frente a sí.


El camino se bifurcaba y había que tomar una decisión.


El de la derecha, perfectamente señalizado, asfaltado, conducía a la posada “La Previsible”, un lugar muy confortable para pasar la noche y reponer energías cómodamente.


El de la izquierda, un camino angosto, sinuoso y en subida, con una única indicación: “V N”.






Su racionalidad le marcaba que el camino correcto era el de la derecha, pero la curiosidad por saber que significaba esas iniciales pudo más y comenzó a caminar lentamente por el camino sinuoso y con una marcada subida.


El sendero no tenía flores, no se avistaban árboles, no flotaban en el aire olores que pudieran traer gratos recuerdos.


El cansancio comenzó a aparecer, los dolores en los pies le hacían replantear cada paso. Maldecía por no haber tomado el camino asfaltado.


“En este momento estaría cómodamente instalado en la habitación de la posada”, pensaba en voz alta, mientras continuaba caminando, casi arrastrándose, a la vez que se quejaba cada vez más de sus dolencias.


El camino parecía no tener fin, pero a lo lejos se alcanzaban a divisar dos colinas y un humo rojizo que salía por entre medio de ellas, la distancia parecía enorme y Tim no se encontraba en la mejor condición física para afrontar la última parte del recorrido.


Imprevistamente, comenzó a sentir un perfume. Era una fragancia familiar para él, que le generó una sensación muy agradable, pero a la vez desconocida.


Este impulso le sirvió para llegar hasta la cabaña que se encontraba en el medio de las dos colinas y de la cual salí el humo rojizo.


Tocó la puerta de la casa. pero nadie contestaba. Miró a través de la ventana y no lograba ver nada, porque una fuerte luz verde cubría todo el interior.


No se atrevía a entrar, esperó largos minutos, a ver si alguien se asomaba. Pero nada.


Otra vez su curiosidad pudo más y decidió dejar de lado por una vez los miedos a lo desconocido, a lo nuevo, a lo imprevisible y tomando coraje abrió la puerta....


La luz, el perfume y el humo se materializaron en un solo cuerpo... de mujer. La más bella que jamás haya vista Tim en toda su vida.


La luz verde que iluminaba todo el cuarto quedó reflejada en los ojos y la mirada de la muchacha, el humo rojizo de la chimenea se transformó en su cabello, tan suave como su blanca piel que aparecía completamente a la vista de Tim.


La fragancia que guió a Tim, se concentraba en el cuerpo de esa muchacha tan hermosa y a la vez tan distante para él.


La observaba paralizado, sin poder emitir una sola palabra, esperando que notara su presencia y se acercara hacia él.


Pero la hermosa mujer no lo miraba, permanecía con la vista baja, con una imagen de tranquilidad que inquietaba Tim.


Los minutos se transformaron en horas y Tim comprendió que debía tomar la iniciativa y hacer algo. Pero al tratar de pensar en qué sería lo correcto, su cuerpo se paralizó.


La mujer levantó la vista por primera vez y lo miró al mismo tiempo que extendió su brazo izquierdo.


Casi sin proponérselo el brazo izquierdo de Tim se dirigió en dirección del de la muchacha y sus manos se rozaron..


Una sensación de placer extremo recorrió todo su cuerpo, tomó fuertemente la mano de su anfitriona y le preguntó: “quién eres?”


“Yo soy Verde Nahir”, le respondió


En ese momento un destello de luz verde iluminó toda la cabaña.


Tim debió cerrar sus ojos para no quedar encandilado por ese brillo esmeralda.


Al abrirlos, descubrió que la mujer que le había revelado su nombre ya no estaba. Sólo quedaban su perfume suave y penetrante, el humo rojizo que lo había guiado hasta ese lugar y un resplandor verde que iluminaba todo el cuarto.


Intentó hacer un planteo lógico de la situación, analizando cada detalle de lo sucedido, y a medida que avanzaba en su razonamiento, las sensaciones que había estado experimentado se iban diluyendo. Y el cansancio volvía a apoderarse de su cuerpo.


Decidió, entonces, no pensar más y dedicarse a descansar en ese lugar que le resultaba tan agradable, a la espera del retorno de Verde Nahir.


Durmió profundamente toda la noche, al despertarse extendió su brazo izquierdo a la espera de una respuesta que nunca llegó.


Qué había pasado con esa mujer?


Por qué se marchó sin decir nada?


Qué extraña sensación lo había guiado hacia ella?


Demasiadas preguntas para ninguna respuesta lógica. Porque eso era lo que esperaba Tim, una respuesta lógica. Y no la encontraba, sencillamente porque no existía.


Esto lo incomodaba de sobremanera, no podía concebir la idea de no controlar todas las variables que lo rodeaban. Cómo si alguna vez lo hubiera logrado, apenas podía gobernar su propia vida.


Ahora se encontraba solo, desorientado, en un lugar desconocido, al cual había llegado sin saber exactamente para qué.


Pero al recordar a la mujer, una electricidad recorría su cuerpo, una sensación que comenzaba en su mano izquierda, esa que instantes nada más establecía contacto con la desconocida.


Repentinamente se incorporó, como quien se despierta sobresaltado de un largo sueño. Y eso fue lo que pensó. La explicación lógica había aparecido: fue un sueño!


Abrió la puerta tratando de convencerse de que nada había sucedido, y emprendió el regreso por el camino sinuoso.


Al llegar a la bifurcación de los senderos, tomó el camino asfaltado, que conducía a la posada, donde se detuvo para descansar un poco antes de regresar a su casa.


Pero la curiosidad pudo más, y en el momento de registrarse, aprovechó la oportunidad para preguntarle al encargado sobre aquel extraño lugar y si por allí vivía una bella mujer. Necesitaba asegurarse que aquello había sido solo un sueño.


El encargado de aquel lugar lo miró sorprendido y le preguntó dónde había escuchado esa historia, que sólo los antiguos lugareños conocían.


-“Entonces existe”, exclamó casi asustado Tim.


-“Es una antigua leyenda que dice que hace muchos años una mujer muy hermosa de tez color nieve, cabellos rojos como el fuego, ojos verdes como el más profundo de los mares, fragancia de fresias recién florecidas y un temperamento tan fuerte como el viento, se refugió en una cabaña en el medio de dos colinas y nunca más salió y nunca nadie pudo verla jamás”,


-“Pero yo la ví!”, gritó Tim.


-“Eso es imposible señor, esta leyenda tiene más de 200 años y como toda leyenda, nadie ha podido comprobarla”


- “Pero le juro que hace menos de una hora yo estaba con ella, hasta me dijo su nombre: Verde Nahir”, intentaba explicar Tim entre una mezcla de sensaciones que iban de la euforia al miedo.


El encargado, quien hacía diez años que atendía la posada, jamás había escuchado que alguien mencionara ese nombre desde que le contaron la leyenda de Verde Nahir.


-“Por favor, cuénteme más de la leyenda”, le suplicó Tim.


-“Se decía que ella había tomado la decisión de alejarse del mundo por miedo a estar con un hombre que le hiciera daño, que nunca más estaría al lado de alguien y que nadie la volvería a ver. Y así fue. Pero también cuenta la leyenda, que un día aparecería una persona que sería guiada hasta ella para compartir el resto de sus días. Pero claro, esto es sólo una leyenda”


A Tim se le cayeron todos los argumentos lógicos como un castillo de naipes, no sabía si salir corriendo hacia la cabaña para tratar de ubicar a esa mujer ¿de la leyenda?, ¿de su sueño? o volver rápidamente a su casa para olvidar toda esta locura por la que estaba pasando.


-“Ah, la leyenda cuenta también que ese hombre deberá dejarse llevar por las señales para poder hallarla y que una vez que esté con ella, la tomará de ambas manos y la mirará profundamente a sus ojos. Así sabrá Verde Nahir si es el hombre buscado.”, termino el relato el encargado.


Para Tim, la situación estaba cada vez mas confusa. Si era verdad la leyenda, entonces él era el hombre elegido. Recibió las señales, llegó hasta el lugar de la cabaña, se encontró con la bella mujer, se rozaron las manos, pero... entonces que pasó. Porque en ese instante ella desapareció.


Intentó analizar la situación una y mil veces, pero claro, no era para analizar, sino para responder a sensaciones nunca antes experimentadas.


-“Les dejo las cosas aquí, enseguida vuelvo”, le dijo al encargado y salió corriendo en busca del sendero que conducía a la cabaña de las dos colinas.


Al subir el camino empinado, miraba ansiosamente para advertir si divisaba el humo rojizo de la cabaña, pero el humo no aparecía. Al observar las colinas y ver a lo lejos la casa donde se había encontrado con Verde Nahir, confirmó que no salía humo de la chimenea.


Su corazón latía a una velocidad exagerada, un poco por el ritmo de la marcha y otro por la ansiedad y el miedo que le provocaba la situación que estaba por venir.


La puerta de la cabaña estaba abierta., Al ingresar, Tim se da cuenta no solo que no había nadie, sino que por el estado de las cosas, hacía mucho tiempo que nadie habitaba el lugar.


Cómo podía ser posible? Si hacía pocas horas, él había estado allí.


Exhausto, cansado, confundido, decepcionado. Se recostó sobre el piso húmedo y sucio.


-“Qué estúpido, cómo pude llegar a pensar que algo así me iba a ocurrir a mí. Fue sólo un sueño. Esa mujer no existe, es imposible. Algo tan perfecto y hermoso sólo ocurre en los sueños, qué tonto que fui!”, y cerró los ojos, casi con ganas de llorar y de soñar... porque aunque sea a través de un sueño deseaba verla otra vez.


De repente un destello lo despertó, al abrir los ojos la vió deslumbrante como la primera vez, sentada frente a él, desnuda, sonriente, con el mismo gesto con el que se despidieron: extendiendo su brazo izquierdo.


Tim recordó la leyenda, y la tomó de las dos manos y la miró profundamente a los ojos. Se conectó con lo más profundo de ese verde mar, se dejó llevar por un fuerte viento cálido que agitaban una cabellera tan larga y rojiza como el fuego que los envolvía y en perfume de fresias recién florecidas envolvió el ambiente para siempre.


El encargado de la posada se sobresaltó al ver un extraño resplandor que provenía del lado de las dos colinas. Pensando en el turista con el que había estado charlando, se subió a su bicicleta y se dirigió rumbo a las colinas.


Al llegar a la base, miró bien hacia todos los lados y no encontró nada anormal. No había absolutamente nada, solo las colinas vacías. Y en el lugar donde según contaba la leyenda se encontraba la cabaña donde se había refugiado Verde Nahir, una plantación de fresias recién florecidas, cuya fragancia impregnaba toda la zona.


Al volver a la posada, acomodó las pertenencias que Tim le había dejado en un depósito de cosas viejas. “ya no las va a necesitar”, murmuró.


No se volvió a saber nada de Tim.


Mientras tanto, los lugareños divisan el humo rojizo que se eleva entre las dos colinas y sonríen cómplices, a la vez que clausuran el sendero angosto que conducía a “Verde Nahir”.

Juan José Váttimo










1 comentario:

  1. Juanjo, no sabés cómo me conmovió el cuento de "Verde Nahir"... Me dejó con el pensamiento suspendido y muchas ganas de encontrar un lugar así, lleno de perfume a fresias y calorcito rojo en la chimenea... Y dos brazos que se tienden hacia mi...
    LILI S.

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